Efialtes
Efialtes, el
pastor deforme que guio a los persas a masacrar a los 300 espartanos en las
Termópilas; simbolo universal del traidor!
La
versión más mitificada presenta al pastor como una persona deforme y jorobada
que se salvó de ser arrojado desde el monte Taigeto porque sus padres se
negaron a cumplir las estrictas leyes espartanas
La leyenda de
los 300 espartanos defendiendo el paso de las Termópilas
el plan del rey espartano Leónidas y el de los aliados que le acompañaban era
frenar en esa estrecha posición al monumental ejército persa durante meses o años. Los griegos no tenían ningún plan b por el momento. Sin embargo,
la resistencia se alargó solo un par de días y, a pesar de las enormes bajas
persas, no supuso un gran obstáculo en el
camino de Jerjes hacia Atenas,
que terminó saqueada. ¿Por qué falló el plan espartano tan pronto? La leyenda
culpa a un pastor traidor de señalar un atajo para rodear el paso. A un hombre
presentado como un deforme en la película de «300»:<< ¡Efialtes >>
Efialtes se
incluye en la larga lista de villanos que vendieron a sus amigos a sus
compatriotas a sus leales colaboradores, por un saco de monedas de oro o un cargo.
Leónidas en las Termópilas.
Cuando Jerjes I decidió
conquistar la Grecia continental, el plan de la Liga Helénica –formada
por Esparta, sus aliados del Peloponeso, Atenas y otros estados de la Grecia central–
consistió en combatir con el mayor número de soldados en el estrecho paso de
las Termópilas, mientras una flota hacía frente a los persas en Artemisio.
¿Por qué entonces Leónidas se encontró luchando acompañado de una fuerza tan
poco numerosa? Herodotocomenta en varias ocasiones que solo se trataba de
una avanzadilla de un ejército mayor procedente de toda Grecia.
Las festividades
religiosas impidieron que otros griegos se unieran a Leónidas en un principio.
La celebración del festival dórico de las
Carneas, que tenían
lugar tras el solsticio de
verano, impedía a los
hoplitas acudir a la guerra en esas fechas. Asimismo, los Juegos
Olímpicos Panhelénicos, que se
celebraban cada cuatro años al final del verano, también entorpecieron los
intentos de la Liga Helénicade reunir un número mayor de efectivos. La
competición atlética tenía un componente religioso que dejaba en segundo plano
las operaciones militares. Incluso cuando los persas incendiaron Atenas, los
juegos siguieron celebrándose en Olimpia como si nada.
Con todo, los
300 espartanos de Leónidas no fueron los únicos que se saltaron las
restricciones que marcaban las festividades religiosas y acudieron a las Termópilas.
Además de sus respectivos esclavos ilotas, los espartanos contaban en sus filas
con 2.120 arcadios, 400 corintios, 200 de Fliunte, 80 de Micenas, 700 tespios,
400 tebanos, 1.000 focenses y 1.000 locrios opuntios. Y en paralelo a esta
operación terrestre, la Liga reunió 271 trirremes (reforzado más tarde con
otras 53) y los dirigieron hacia Artemisio, donde las tormentas estaban destrozando
a la flota persa.
Un
pastor llamado Efialtes «pesadilla»
Leónidas logró
resistir durante dos días el avance del ejército del Gran Rey,
que se estima en torno a 80.000 hombres, valiéndose de las ventajas que ofrecía
el terreno y de la superioridad de su infantería. Los griegos detuvieron los
ataques persas situándose
estratégicamente en la parte más angosta del desfiladero (se estima 10 a 30
metros) y levantando allí un
pequeño muro desde el
que mantuvieron a distancia a los invasores. Sin embargo, su flanco sur fue
finalmente superado el tercer día por una fuerza que accedió a esta posición a
través del sendero de Anopea. Y es aquí donde entró en juego aquel traidor
llamado Efialtes, que en griego
significa «pesadilla». Aunque Jerjes contaba con consejeros
griegos, no tenía entre
ellos a ninguno con conocimientos sobre ese terreno concreto, ni mapas de la
geografía helena. Necesitaba a alguien con conocimientos sobre los caminos de
cabras.
Cuando un pastor
procedente de Traquis llamado Efialtes, hijo de Euridemo,
se ofreció a mostrar a los persas un pasaje oculto en la montaña a Jerjes se le
iluminaron los ojos. En la versión más mitificada, este pastor se representa
como una persona deforme y jorobada que se salvó de ser arrojado desde el monte
Taigeto porque sus padres se negaron a cumplir las estrictas leyes espartanas.
En este sentido, la película «300», inspirada en la novela gráfica de idéntico
nombre, representa a Efialtes como un monstruo completamente deforme que es
rechazado por Leónidas cuando se ofrece a ayudarlos a defender
las Termópilas. Como
venganza, Efialtes traiciona a los 300 y se deja agasajar por
Jerjes, quien le ofrece el respeto y la aceptación que jamás recibió de sus
compatriotas.
A cambio de una
gran recompensa, Efialtes guió a los persas a través de una ruta que partía
de la Puerta
Occidental, seguía el
valle del Asopo y transcurría por una escarpada garganta. La ruta pasaba por la
ladera de una colina y discurría por una garganta hasta estrecharse por la
espina de los montes
Calidromo (su
significado es «hermosa pista de carreras»). El destino era el Alpeno,
el primer asentamiento de la
Lócride, que daba paso
a la retaguardia helena. ¿Conocía Leónidas el riesgo de que los persas
descubrieran esta ruta? Sin duda. El comandante espartano situó aquí a 1.000
hombres de un contingente focense, cuya población era próxima, para hacer
guardia día y noche y proteger la espalda griega.
El
sacrificio de Leónidas
10.000 soldados
pertenecientes a la unidad de élite persa de los
Inmortales acompañaron
a Efialtes a través de la montaña y cayeron por sorpresa sobre esta guarnición
griega. Cuando despuntaba el alba, los
Inmortales alcanzaron
la posición de los focenses y ambas fuerzas se encontraron por sorpresa.
Rápidamente los persas sacaron sus arcos y pusieron en fuga a los griegos,
pertenecientes a la milicia ciudadana de esta población. Prefirieron no
entretenerse perseguirlos. Por el contrario, los Inmortales siguieron su camino
hacia el paso defendido
por Leónidas.
Al espartano le
avisó un desertor y posteriormente un vigía de los planes persas. Convocado un
consejo de guerra, los mandos espartanos decidieron permanecer a pesar de todo
en las Termópilas con 700 tespios, 400 tebanos y los famosos
300 guerreros. El resto de aliados recibieron permiso para retirarse del paso y
así lo hicieron. Según Herodoto, Leónidas tomó esta decisión porque el Oráculo
de Delfoshabía
profetizado que «o bien Esparta era destruida por el extranjero o bien moría el
rey espartano». Lo más probable, sin embargo, es que creyera que solo si una
parte del ejército se quedaba podría dar tiempo al resto para que escapara de
los persas.
Paso de las Termópilas, hoy. La
línea de la costa en tiempos de la batalla se encontraba donde la carretera
En vísperas del último
enfrentamiento, Leónidas «ordenó
a sus soldados que tomaran el desayuno con la esperanza de que pudiera cenar en
el Hades», en palabras
de Plutarco. Mientras encabezaba un contraataque suicida, el
rey espartano fue ensartado por las lanzas persas. Los espartanos no estuvieron
dispuestos a abandonar el cadáver del rey y lucharon hasta el final a su lado.
Según los textos clásicos, «hubo muchos empujones» para recuperar el cadáver y
luego los griegos rechazaron hasta cuatro ataques en ese punto. Una vez
masacrados los últimos helenos, Jerjes identificó el cuerpo de su rival, Leónidas, y ordenó que le cortaran la cabeza para colocarla
en una pica. Pretendía así hundir la moral de las filas griegas, que en
Termópilas perdieron más de 1.500 hombres.
Las crónicas
helenas se detienen en el envenenado destino de Efialtes. Cuando meses después
la guerra volvió a ponerse en contra de los intereses persas, Efialtes huyó
a Tesalia con su pequeña fortuna. Se puso precio a su
cabeza y, muriendo en una reyerta a manos de otro hombre de Traquis a
quien se le pagó igualmente al
asesino el precio de la recompensa.
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