Los drusos en Siria se dividen en tres grupos principales: -

Uno sigue a Sheikh Al-Hinawi (que apoya al nuevo gobierno), - y otro sigue a Laith Al-Balaous (también partidario del nuevo gobierno). Laith es hijo de Wahid Al-Balaous, quien fue asesinado por el régimen de Assad por oponerse a él. –

El tercer grupo está liderado por Hikmat Al-Hijri. Esta facción está compuesta por remanentes del régimen de Assad, forajidos y extremistas sectarios drusos que cuentan con el respaldo militar, político y financiero de Israel. Desde hace algún tiempo, han estado pidiendo abiertamente la protección israelí y han declarado públicamente su oposición al nuevo gobierno sirio, citando diferencias ideológicas y sectarias. Este tercer grupo se ha convertido en la fuerza dominante en Suwayda, bloqueando completamente las instituciones estatales sirias para que no operen en Suwaida. Incluso se negó el acceso a servicios básicos como la electricidad y las reparaciones de agua, lo que provocó el colapso de la infraestructura y los servicios públicos. Los robos se volvieron desenfrenados, afectando a estadios públicos, tiendas y carreteras, mientras que los secuestros para pedir rescate aumentaron. Esto condujo directamente a tensiones entre los drusos y las tribus árabes vecinas, especialmente después de que varios miembros de la tribu fueran secuestrados a lo largo de la carretera Damasco-Suwaida, la causa principal del conflicto.

Con Israel lanzando amenazas contra el gobierno sirio y advirtiéndole que no se acerque a Suwayda, alegando que los drusos están bajo protección israelí, el gobierno no había podido tomar medidas durante meses.

Como resultado, la inseguridad y el caos se extendieron, empujando a las tribus beduinas locales a comenzar a defenderse. Sufrieron bajas, tanto combatientes como civiles, después de que las fuerzas de Al-Hijri bombardearan aldeas beduinas con cohetes y morteros. La escalada se intensificó hasta que el gobierno sirio se vio finalmente obligado a intervenir para detener la violencia. Tras el intento del gobierno de intervenir, las fuerzas de Al-Hijri tendieron una emboscada a un convoy militar y mataron a todos los que se encontraban en él. Mutilaron los cuerpos e hicieron circular videos llenos de insultos sectarios y religiosos dirigidos al gobierno y a la población mayoritaria suní de Siria, lo que provocó indignación en todo el país.

En respuesta a este acto brutal, el gobierno de Damasco decidió resolver la situación de Suwaida de una vez por todas: desarmar a todas las facciones, dejar las armas solo en manos del Estado y tratar a cualquiera que se niegue a entregar sus armas como un proscrito. Tanto Sheikh Al-Hinawi como Laith Al-Balaous expresaron su plena disposición a trabajar con el gobierno, enfatizando la necesidad urgente de la presencia de instituciones estatales en Suwayda y la importancia de poner fin al caos de seguridad en curso. En contraste, Al-Hijri rechazó este enfoque, insistiendo en que él mismo debía gobernar la región con sus fuerzas, sin necesidad de la participación del gobierno.


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